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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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25 --¿Sí? ¿Me has dicho _hermoso_? ¡Pues mira, Pepa--respondió
el artista, pensando seguramente en el pergamino
árabe;--si mi tío llega a dejarme por heredero, o yo me
hago rico de cualquier otro modo, te juro llevarte a vivir a la
plaza de San Antonio de la ciudad de Cádiz, y comprarte más
30 joyas que tiene la Virgen de las Angustias[85-5] de Granada! Conque
hasta luego, pichona.

Y tirando un pellizco[85-6] en la barba a la que de antemano
tenía ya el hoyo en ella, cogió el sombrero y tomó el (p86)
camino..., no de la catedral, sino de las callejuelas en que suelen
vivir las familias moras avecindadas en aquella plaza fuerte.[86-1]




VI


En la más angosta de dichas callejuelas, y a la puerta de
una muy pobre, pero muy blanqueada casucha, estaba sentado
05 en el suelo, o más bien sobre sus talones, fumando en pipa de5
barro secado al sol, un moro de treinta y cinco a cuarenta años,
revendedor de huevos y gallinas, que le traían a las puertas de
Ceuta los campesinos independientes de Sierra-Bullones y
Sierra-Bermeja, y que él despachaba, a domicilio o en el mercado,
10 con una ganancia de ciento por ciento. Vestía chilava[86-2]
de lana blanca y jaique[86-3] de lana negra, y llamábase entre los
españoles _Manos-gordas_, y entre los marroquíes
Admet-ben-Carime-el-Abdoun.
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