Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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Tan luego como el moro vió al maestro de capilla levantóse 15 y salió a su encuentro, haciéndole grandes zalemas; y, cuando estuvieron ya juntos, díjole cautelosamente: --¿Querer[86-4] morita? Yo traer mañana cosa meleja; de doce años.... --Mi mujer no quiere más criadas moras....--respondió 20 el músico con inusitada dignidad. _Manos-gordas_ se echó a reír. --Además...--prosiguió D. Bonifacio--tus endiabladas moritas son muy sucias. --Lavar....--respondió el moro, poniéndose en cruz[86-5] y 25 ladeando la cabeza. --¡Te digo que no quiero moritas!--prosiguió D. Bonifacio.--Lo que necesito hoy es que tú, que sabes tanto y que por tanto saber eres intérprete de la plaza, me traduzcas al español este documento. 30 _Manos-gordas_ cogió el pergamino, y a la primera ojeada murmuró: (p87) --Estar moro.... --¡Ya lo creo que es árabe! Pero quiero saber qué dice, |
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