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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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Los franceses reían, juraban, blasfemaban, cantaban, fumaban,
comían y bebían a un mismo tiempo.

Quién[35-4] había contado los amores secretos de Napoleón;
20 quién la noche del 2 de Mayo[35-5] en Madrid; cuál[35-6] la batalla de
las Pirámides;[35-7] cuál otro la ejecución de Luis XVI.[35-8]

_García de Paredes_ bebía, reía y charlaba como los demás, o
quizás más que ninguno;[35-9] y tan elocuente había estado en favor
de la causa imperial, que los soldados del César[35-10] lo habían
25 abrazado, lo habían vitoreado, le habían improvisado himnos.

--¡Señores! (había dicho el boticario): la guerra que os
hacemos los españoles es tan necia como inmotivada. Vosotros,
hijos de la Revolución, venís a sacar a España[35-11] de su
tradicional abatimiento, a despreocuparla, a disipar las tinieblas
30 religiosas, a mejorar sus anticuadas costumbres, a enseñarnos esas
utilísimas e inconcusas «verdades de que no hay Dios, de que no hay
otra vida, de que la penitencia, el ayuno, la castidad y demás
virtudes católicas son quijotescas[35-12] locuras, impropias de un
pueblo civilizado, y de que Napoleón es el verdadero Mesías, el(p36)
redentor de los pueblos, el amigo de la especie humana....»
¡Señores! ¡Viva el Emperador cuanto yo deseo que viva!

--¡Bravo, vítor!--exclamaron los hombres del 2 de Mayo.

El boticario inclinó la frente con indecible angustia.

05 Pronto volvió a alzarla, tan firme y tan sereno como antes.

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