Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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En tanto, el boticario ajustaba una nueva cuenta. 25 --¡Somos unos héroes!--exclamó al terminarla.--Nos hemos bebido[39-3] setenta botellas, o sean[39-4] ciento cinco libras y media de vino, que, repartidas entre veintiuno, pues todos hemos bebido con igual bizarría, dan cinco libras de líquido por cabeza.--¡Repito que somos unos héroes! 30 Crujieron en esto las tablas de la puerta de la botica, y el mancebo balbuceó tambaleándose: --¡Ya entran!... --¿Qué hora es?--preguntó el boticario con suma tranquilidad. (p40) --Las once. Pero ¿no oye usted que entran? --¡Déjalos! _Ya es hora_.[40-1] --¡Hora!... ¿de qué?--murmuraron los franceses, procurando levantarse. 05 Pero estaban tan _ebrios_, que no podían moverse de sus sillas. --¡Que entren![40-2] ¡Que entren!... (exclamaban, sin embargo, con voz vinosa, sacando los sables con mucha dificultad y sin conseguir ponerse de pie.) ¡Que entren esos canallas! ¡Nosotros los recibiremos! |
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