Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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Oír esto y caerme de espaldas,[3-3] todo fué una misma cosa. El bandido se echó a reír. 20 Yo me levanté desencajado, me puse de rodillas, y exclamé en todos los tonos de voz que pude inventar: --¡Bendita sea tu alma, rey de los hombres!... ¿Quién no había de conocerte[3-4] por ese porte de príncipe real que Dios te ha dado? ¡Y que haya madre[3-5] que para tales hijos! 25 ¡Jesús![3-6] ¡Deja que te dé un abrazo, hijo mío! ¡Que en mal hora muera[3-6] si no tenía gana de encontrarte el gitanico para decirte la buenaventura[3-7] y darte un beso en esa mano de emperador!--¡También yo soy de los tuyos! ¿Quieres que te enseñe a cambiar burros muertos por burros vivos?--¿Quieres 30 vender como potros tus caballos viejos? ¿Quieres que le enseñe el francés a una mula? El Conde del Montijo no pudo contener la risa....--Luego preguntó: --Y ¿qué respondió _Parrón_ a todo eso? ¿Qué hizo? (p4) --Lo mismo que su merced; reírse a todo trapo.[4-1] --¿Y tú? --Yo, señorico, me reía también; pero me corrían por las patillas lagrimones como naranjas. |
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