Legends, Tales and Poems by Gustavo Adolfo Becquer
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coge debajo del pie?
--Entonces, respondí asombrado á mi vez de la credulidad de aquel pobre hombre, daré crédito á lo que usted dice, sin objetar palabra; aunque á mí se me había figurado, añadí recalcando estas últimas frases para ver el efecto que le hacían, que todo eso de las brujas y los hechizos no eran sino antiguas y absurdas patrañas de las aldeas. --Eso dicen los señores de la ciudad, porque á ellos no les molestan; y fundados en que todo es puro cuento, echaron á presidio á algunos infelices que nos hicieron un bien de caridad á la gente del Somontano,[1] despeñando á esa mala mujer. [Footnote 1: la gente del Somontano = 'the people of the Slope,' those living near the foot of the Moncayo mountain.] --¿Conque no cayó casualmente ella, sino que la hicieron rodar, que quieras que no? ¡Á ver á ver! Cuénteme usted como pasó eso, porque debe ser curioso, añadí, mostrando toda la credulidad y el asombro suficiente, para que el buen hombre no maliciase que sólo quería distraerme un rato, oyendo sus sandeces; pues es de advertir que hasta que no me refirió los pormenores del suceso, no hice memoria de que, en efecto, yo había leído en los periódicos de provincia una cosa semejante. El pastor, convencido por las muestras de interés con que me disponía á escuchar su relate, de que yo no era uno de esos señores _de la ciudad_, dispuesto á tratar de majaderías su historia, levantó la mano en dirección á uno de los picachos de la cumbre, y comenzó así, señalándome una de las rocas que se destacaba obscura é imponente sobre el fondo gris del cielo, que el sol, al ponerse tras las nubes, teñía de algunos cambiantes rojizos. |
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