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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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--¡Es muy sencillo! (repuso el primero.) ¡Mira!

25 Y sin darme tiempo, no digo de evitar, sino de prever sus
movimientos, descerrajó un tiro sobre el corazón del polaco.

Iwa me miró con ternura, no sé si antes o después de morir.

Aquella mirada me prometió el cielo, donde acaso estaba ya
el mártir.

30 En seguida los soldados me dieron una paliza con las baquetas
de los fusiles.

El que había matado al extranjero, le cortó una oreja, que
guardó en el bolsillo.

¡Era la credencial del empleo que deseaba!
(p63)
Después desnudó a Iwa, y le robó... hasta cierto medallón
(con un retrato de mujer o de santa) que llevaba al cuello.

Entonces se alejaron hacia Almería.

Yo enterré a Iwa en este barranco..., ahí..., donde
05 está V. sentado..., y me volví a Gérgal, porque conocí que
estaba malo.[63-1]

Y, con efecto, aquel lance me costó una terrible enfermedad,
que me puso a las puertas de la muerte.

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