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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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saca, ora[68-5] a pulso, ora por medio de norias, el precioso humor
que sirve de sangre a los vegetales!--La arena carece de
15 fecundos principios, del asimilable _humus_[68-6].... ¿Qué importa?
¡El _tomatero_ pasa la mitad de su vida buscando y
allegando sustancias que puedan servir de abono, y convirtiendo
en estiércol hasta las algas del mar!--Ya poseedor de
ambos preciosos elementos, el hijo de Rota va estercolando
20 pacientemente, no su heredad entera (pues le faltarla abono
para tanto), sino redondeles de terreno del vuelo de un plato
chico,[68-7] y en cada uno de estos redondeles estercolados siembra
un grano de simiente de tomate o una pepita de calabaza, que
riega luego a mano con un jarro muy diminuto, como quien da
25 de beber a un niño.

Desde entonces hasta la recolección cuida diariamente una por
una las plantas que nacen en aquellos redondeles, tratándolas con
un mimo y un esmero sólo comparables a la solicitud con que
las solteronas cuidan sus macetas. Un día le añade a tal mata[68-8]
30 un puñadillo de estiércol; otro le echa una chorreadita de
agua; ora las limpia a todas de orugas y demás insectos dañinos;
ora cura a las enfermas, entablilla a las fracturadas, y
pone parapetos de caña y hojas secas a las que no pueden
resistir los rayos del sol o están demasiado expuestas a los (p69)
vientos del mar; ora, en fin, cuenta los tallos, las hojas, las
flores o los frutos de las más adelantadas y precoces, y les
habla, las acaricia, las besa, las bendice y hasta les pone
expresivos nombres para distinguirlas e individualizarlas en su
05 imaginación.--Sin exagerar: es ya un proverbio (y yo lo he
oído repetir muchas veces en Rota) que el hortelano de aquel
país _toca por lo menos cuarenta veces con su propia mano a
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