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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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con ternura y exclamando melancólicamente:

--_¡Pronto tendremos que separarnos!_

Al fin, una tarde se resolvió al sacrificio; y señalando a los
30 mejores frutos de aquellas amadísimas cucurbitáceas que tantos
afanes le habían costado, pronunció la terrible sentencia.
(p70)
--Mañana (dijo) cortaré estas cuarenta, y las llevaré al
mercado de Cádiz.--¡Feliz quien se las coma![70-1]

Y se marchó a su casa con paso lento, y pasó la noche con
las angustias del padre que va a casar una hija al día siguiente.

05 --¡Lástima[70-2] de mis calabazas!--suspiraba a veces sin
poder conciliar el sueño.--Pero luego reflexionaba, y concluía
por decir:--Y ¿qué he de hacer,[70-3] sino salir de ellas?[70-4]
¡Para eso las he criado!--Lo menos van a valerme quince duros....

Gradúese, pues, cuánto sería[70-5] su asombro, cuánta su furia y
10 cuál su desesperación, cuando, al ir a la mañana siguiente a la
huerta, halló que, durante la noche, le habían robado las cuarenta
calabazas....--Para ahorrarme de razones,[70-6] diré que,
como el judío de Shakespeare, llegó al más sublime paroxismo
trágico, repitiendo frenéticamente aquellas terribles palabras
15 de Shylock, en que tan admirable dicen que estaba el actor
Kemble:[70-7]

--_¡Oh! ¡Si te encuentro!_[70-8] _¡Si te encuentro!_

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