Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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nadie[76-3] ponga en cuarentena[76-4] la solidez de este
20 razonamiento, 20 que los moriscos del marquesado del Cenet no fueron expulsados en totalidad como los de la Alpujarra, sino que muchos de ellos lograron quedarse allí agazapados y escondidos gracias a la prudencia o cobardía con que desoyeron el temerario y heroico grito de su malhadado príncipe Aben-Humeya;[76-5] de donde 25 yo deduzco que el tío Juan Gómez (a)[76-6] _Hormiga_, (p77) alcalde constitucional de Aldeire en el año de gracia de 1821, podía muy bien ser nieto de algún Mustafá, Mahommed o cosa por el estilo. Cuéntase, pues, que el tal Juan[77-1] Gómez, hombre a la sazón de más de media centuria, rústico muy avisado aunque no entendía 05 de letra,[77-2] y codicioso y trabajador con fruto, como lo acreditaba, no solamente su apodo, sino también su mucha hacienda, por él adquirida a fuerza de buenas o malas artes, y representada en las mejores suertes de tierra de aquella jurisdicción, tomó a censo enfitéutico[77-3] del caudal de Propios, 10 [77-4] y casi de balde, mediante algunas gallinas no ponedoras que regaló al secretario del Ayuntamiento, unos secanos situados a las inmediaciones de la villa, en medio de los cuales veíanse los restos y escombros de un antiguo castillejo,[77-5] morabito o atalaya árabe, cuyo nombre era todavía _La Torre del Moro_. 15 Excusado es decir que el tío Hormiga no se detuvo ni un instante a pensar en qué moro sería aquél, ni en la índole o pristino objeto de la arruinada construcción; lo único que vió desde luego más claro que el agua fué que con tantas desmoronadas piedras, y con las que él desmoronara, podía hacer allí un hermoso 20 y muy seguro corral para sus ganados; por lo que[77-6] desde el día siguiente, y como recreo muy propio de quien tan económico |
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