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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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--Pero ¡cuidado[80-5] que le expliques bien las cosas!...

--Poco tengo que explicarle. El cañuto estaba escondido
10 en un hueco o nicho revestido de azulejos como los de Valencia,
[80-6] formado en el espesor de una pared. He derribado todo
aquel lienzo, y nada más de particular he hallado. Debajo de
lo ya destruido comienza la obra de sillería de los cimientos,
cuyas enormes piedras, de más de vara en cuadro,[80-7] no removerán
15 fácilmente dos ni tres personas de puños tan buenos como
los míos. Por consiguiente, es necesario saber de una manera
fija en qué punto estaba escondido el tesoro, so pena[80-8] de tener
que arrancar con ayuda de vecinos todos los cimientos de la
Torre....

20 --¡Nada! ¡Nada! ¡A Ugíjar en cuanto amanezca! Ofrécele
a nuestro compadre una parte..., no muy larga, de lo
que hallemos, y, cuando sepamos dónde hay que excavar,[80-9] yo
misma te ayudaré a arrancar piedras de sillería. ¡Hijos de mi
alma! Todo para ellos! Por lo que a mí toca, sólo siento
25 si habrá algo que sea pecado en esto que hablamos en voz baja.

--¿Qué pecado puede haber, grandísima tonta?

--No sé explicártelo.... Pero los tesoros me habían parecido
siempre cosa del demonio, o de duendes.... Además,
¡tomaste a censo aquel terreno por tan poco rédito al año!...
30 ¡Todo el pueblo dice hubo trampa[80-10] en el tal negocio!

--¡Eso es cuenta del secretario y de los concejales! Ellos
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