Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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África, quiero decir, es la Jauja[89-8] de los malhechores, el seguro de la impunidad, el campo neutral de los hombres y de las 30 fieras, protegido por el calor y la extensión de los desiertos.(p90) En cuanto a los sultanes, reyes y beyes que presumen imperar en aquella parte del mundo, y a las autoridades y mílites que los representan, puede decirse que vienen a ser, para tales vasallos, lo que el cazador para las liebres o para los corzos: un mal 05 encuentro 05 posible, que muy pocos tienen en la vida, y en el cual muere uno o no muere: si muere, tal día hizo un año;[90-1] y si no muere, con poner mucha tierra por medio[90-2] no hay que pensar [90-3] más en el asunto. Sirva esta digresión de advertencia a quien la necesitare, y prosigamos nosotros nuestra relación. 10 --¡Toma aquí,[90-4] Zama!--dijo el moro a su cansada esposa, como si hablase con una acémila. Y, en lugar de dirigirse al Oeste, o sea hacia el Boquete de Anghera, en busca del sabio santón, según había dicho a D. Bonifacio, tomó hacia el Sur, por un barranquillo tapado de malezas 15 y árboles silvestres, que muy luego le llevó al camino de Tetuán,[90-5] o bien a la borrosa vereda que, siguiendo las ondulaciones de puntas y playas, conduce a Cabo-Negro por el valle del Tarajar, por el de los Castillejos, por Monte-Negrón y por las lagunas de Río-Azmir, nombres que todo español bien nacido 20 leerá hoy con amor y veneración, y que entonces no se habían oído pronunciar todavía en España ni en el resto del mundo civilizado. Llegado que hubieron[90-6] ben-Carime[90-7] y Zama al vallecillo del |
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