Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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05 --¡No rebuznes, mujer!--contestó el moro.--¿Quién habla ahora de eso? ¡Demasiado sabes que me gustas y que me sirves! Pero de lo que[95-1] ahora se trata es de que te hayas enterado bien de mi encargo.... --¡Trae!--dijo la mora, apoderándose de la carta, abriéndose 10 el justillo y colocándola entre él y su gordo y pardo seno, al lado del corazón.--Si algo malo llega a sucederte, esta carta caerá en el correo de Ceuta, aunque después caiga yo en la sepultura. Aben-Carime sonrió humanamente al oír aquellas palabras, y 15 dignóse mirar a su mujer como a una persona. X Mucho y muy regaladamente debió de dormir aquella noche el matrimonio agareno[95-2] entre los matorrales del camino, pues no serían menos de las nueve de la siguiente mañana cuando llegó al pie de Cabo-Negro. 20 Hay allí un _aduar_ de pastores y labriegos árabes, llamado «Medik», compuesto de algunas chozas, de un morabito o ermita mahometana, y de un pozo de agua potable, con su brocal de piedra y su acetre de cobre, como los que figuran en algunas |
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