Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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la policía de todo un año a costa de la limpieza física y...
moral del malaventurado arroyuelo, y, llamándola por medio de un silbido, dignóse hablarle de este modo: --Cara de higo chumbo, siéntate a mi lado y óyeme.... 20 Luego[94-3] acabarás de lavarte, que bien lo necesitas, y puede que entonces te juzgue merecedora de algo mejor que la paliza diaria con que te demuestro mi cariño. Por de pronto,[94-5] sinvergüenzona,[94-6] déjate de monadas y entérate bien de lo que voy a decirte. 25 La mora, que, lavada y peinada, resultaba más joven y artística, aunque no menos fea que antes, se relamió como una gata, clavó en _Manos-gordas_ los dos carbunclos que le servían de ojos, y díjole, mostrando sus blanquísimos y anchos dientes, que nada tenían de humanos: 30 --Habla, mi señor; que tu esclava sólo desea servirte. _Manos-gordas_ continuó: --Si desde este momento en adelante llega a ocurrirme alguna desgracia, o desaparezco del mundo sin haberme despedido de ti, o, habiéndome despedido, no tienes noticias mías en seis (p95) semanas, procura volver a entrar en Ceuta y echa esta carta al correo. ¿Te has enterado bien, cara de mona? Zama rompió a llorar, y exclamó: --¡Admet! ¿Piensas dejarme? |
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