Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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15 que el Alcalde del pueblo_, repuso que él hablaría a la noche con
su merced y le explicaría sus planes. Llegó presto la noche, y el hombre hizo como que se marchaba,[101-4] con lo que el cabrero se encerró en su choza, que, como sabe usted, dista poco de allí. Dos horas después de obscurecer enteramente notó el 20 mismo Francisco que en la Torre sonaban ruidos muy raros y se veía luz, lo cual le llenó de tal miedo que ni tan siquiera [101-5] se atrevió a ir a mi choza a avisarme; cosa que hizo en cuanto fué de día,[101-6] refiriéndome el lance de ayer tarde, y advirtiéndome que los tales ruidos[101-7] habían durado toda la 25 noche. Como yo soy viejo, y he servido al Rey, y me asusto de pocas cosas, me plantifiqué en seguida en la _Torre del Moro_ acompañado de Francisco, que iba temblando, y encontramos al forastero liado en su manta y durmiendo en un cuartucho[101-8] del piso bajo, que tiene todavía su bóveda de hormigón. Desperté al 30 sospechoso personaje, y le reconvine por haber pasado la noche en la casa ajena sin la voluntad de su dueño; a lo que me respondió que aquello no era casa, sino un montón de escombros, donde bien podía haberse albergado un pobre caminante en noche de nieves, y que estaba dispuesto a presentarse a (p102) usted y a explicarle quién era y todas sus operaciones y pensamientos. Le he hecho, pues, venir conmigo, y en la puerta del corral aguarda, acompañado del cabrero, a que usted le dé licencia para entrar.... 05 --¡Que entre!--respondió el tío Hormiga, levantándose muy alterado por habérsele ocurrido, desde las primeras palabras del mayoral, que todo aquello tenía bastante que ver con el célebre _tesoro_, a cuyo hallazgo por sus solos esfuerzos había renunciado su merced hacía una semana, después de arrancar |
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