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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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he dicho que el autor de esa pintura no pertenece al mundo;
pero esto no significa precisamente que haya muerto....

--¡Oh! ¡Vive! ¡vive! (exclamaron todos los pintores.)
¡Haced que lo conozcamos!

10 --¿Para qué? ¡El infeliz ha renunciado a todo lo de la
tierra! ¡Nada tiene que ver con los hombres!... ¡nada!...--Os
suplico, por tanto, que lo dejéis morir en paz.

--¡Oh! (dijo Rubens con exaltación.) ¡Eso no puede ser,
padre mío! Cuando Dios enciende en un alma[30-1] el fuego sagrado
15 del genio, no es para que esa alma se consuma en la soledad,
sino para que cumpla su misión sublime de iluminar el alma de
los demás hombres. ¡Nombradme el monasterio en que se oculta
el grande artista,[30-2] y yo iré a buscarlo y lo devolveré al
siglo[30-3]!--¡Oh! ¡Cuánta gloria le espera!

20 --Pero... ¿y si la rehusa?--preguntó el Prior tímidamente.

--Si la rehusa acudiré al Papa, con cuya amistad me honro,
y el Papa lo convencerá mejor que yo.

--¡El Papa!--exclamó el Prior.

25 --¡Sí, padre; el Papa!--repitió Rubens.

--¡Ved por lo que[30-4] no os diría el nombre de ese pintor
aunque lo recordase! ¡Ved por lo que no os diré a qué convento
se ha refugiado!
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