Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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05 en aquel grupo, y habiéndole divisado el revendedor,
exclamó: --¡Me alegro de que llegue V., tío Fulano! Este hombre dice que las calabazas que me vendió usted anoche, y que están aquí oyendo la conversación, son robadas....--Conteste 10 V.... El recién llegado[73-2] se puso más amarillo que la cera, y trató de irse; pero los circunstantes se lo[73-3] impidieron materialmente, [73-4] y el mismo[73-5] Regidor le mandó quedarse. En cuanto al _tío Buscabeatas_, ya se había encarado con el 15 presunto ladrón, diciéndole: --¡Ahora verá V. lo que es bueno! El tío Fulano recobró su sangre fría, y expuso: --Usted es quien ha de ver[73-6] lo que habla; porque si no prueba, y no podrá probar, su denuncia, lo llevaré a la cárcel 20 por calumniador.--Estas calabazas eran mías; yo las he criado, como todas las que he traído este año a Cádiz, en mi huerta del _Egido_,[73-7] y nadie podrá probarme lo contrario. --¡Ahora verá V.!--repitió _el tío Buscabeatas_ acabando de desatar el pañuelo y tirando de él.[73-8] 25 Y entonces se desparramaron por el suelo una multitud de trozos de tallo de calabacera, todavía verdes y chorreando |
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