Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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jugo, mientras que el viejo hortelano, sentado sobre sus piernas
y muerto de risa, dirigía el siguiente discurso al Concejal y a los curiosos: 30 --Caballeros: ¿no han pagado Vds. nunca contribución? Y ¿no han visto aquel libraco[73-9] verde que tiene el recaudador, de donde va cortando recibos, dejando allí pegado un tocón o pezuelo,[73-10] para que luego pueda comprobarse si tal o cual [73-11] recibo es falso o no lo es? (p74) --Lo que V. dice se llama el _libro talonario_--observó gravemente el Regidor. --Pues eso es lo que yo traigo aqui: el _libro talonario_ de mi huerta, o sea[74-1] los cabos a que estaban unidas estas calabazas 05 antes de que me las robasen.--Y, si no, miren Vds.--Este cabo era de esta calabaza.... Nadie puede dudarlo.... --Este otro..., ya lo están Vds. viendo..., era de esta otra.--Este más ancho..., debe de ser de aquélla.... ¡Justamente!--Y éste es de ésta.... Ése es de ésa.... 10 Ésta es de aquél.... Y en tanto que[74-2] así decía, iba adaptando un cabo o pedúnculo a la excavación que había quedado en cada calabaza al ser arrancada, y los espectadores[74-3] veían con asombro que, efectivamente, la base irregular y caprichosa de los pedúnculos 15 convenía del modo más exacto con la figura blanquecina y leve concavidad que presentaban las que pudiéramos llamar cicatrices de las calabazas. |
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