Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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infalible, y lo que desatare o atare aquí, remanecerá atado o
desatado en el cielo....» Creo haberme explicado.--Creo que habréis comprendido 30 todo el respeto, toda la veneración, todo el susto que experimentaríamos aquellos pobres españoles del siglo pasado, al oír decir que el Sumo Pontífice estaba en un villorrio de Francia y que íbamos a verle! Efectivamente: no bien salimos del café, percibimos allá, (p47) en la Plaza (que como os he dicho estaba cerca), una empolvada silla de posta, parada delante de una casa de vulgar apariencia y custodiada por dos gendarmes de caballería, cuyos desnudos sables brillaban que era un contento[47-1].... 05 Más de quinientas personas había alrededor del carruaje, que examinaban con viva curiosidad, sin que se opusiesen a ello los gendarmes, quienes, en cambio,[47-2] no permitían al público acercarse a la puerta de aquella casa, donde se había apeado Pío VII mientras mudaban el tiro de caballos.... 10 --Y ¿qué casa era aquélla, abuelito? ¿La del Alcalde? --No, hijo mío.--Era el Parador de diligencias. A nosotros, como a militares que éramos, nos tuvieron un poco más de consideración los gendarmes, y nos permitieron arrimarnos a la puerta.... Pero no así pasar el umbral. 15 De cualquier modo, pudimos ver perfectamente el siguiente |
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