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Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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20 ahora. Significaba ser vencedor del Capitán del siglo; ser soldado
de Bailén y Zaragoza;[51-4] ser defensor de la historia, de la
tradición, de la fe antigua; mantenedor de la independencia
de las naciones; paladín[51-5] de Cristo; cruzado[51-6] de la
libertad.--En esto último nos engañábamos.... Pero ¡cómo ha
25 de ser!--¿Quién había de adivinar entonces, al defender a
D. Fernando VII[51-7] contra los franceses, que él mismo los
llamaría al cabo de catorce años y los traería a España en contra
nuestra,[51-8] como sucedió en 1823?...--En fin; no quiero
hablar..., ¡pues hay cosas que todavía me encienden la sangre!

30 El caso fué, volviendo a mi relato, que el rostro del Papa
se cubrió de santo rubor al considerar nuestra desventura y
recordar el heroísmo de que España estaba dando muestras al
mundo..., y que el más puro entusiasmo chispeó en sus
amantísimos ojos....--¡Parecía que aquellos ojos nos besaban!
(p52)
Nosotros, por nuestra parte, comprendiendo toda la predilección
que nos demostraba en aquel momento el Sumo Pontífice,
procurábamos expresarle con la mirada, con el gesto, con
la actitud, nuestra veneración y piedad, así como el dolor y la
05 indignación que sentíamos al verlo preso y ultrajado por sus
malos hijos....--Casi instintivamente nos quitamos los morriones
(cosa que chocó mucho a los franceses, los cuales seguían
con sus gorros[52-1] encasquetados), y nos llevamos la mano derecha
al corazón como quien hace[52-2] protestación de su fe.

10 El Papa levantó los ojos al cielo y se puso a rezar.--¡Sabía
que una bendición de su mano podía atraer sobre nosotros la
cólera del pueblo impío que nos rodeaba, como nosotros sabíamos
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