Book-bot.com - read famous books online for free

Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
page 86 of 427 (20%)
que un grito de _¡viva el Papa!_ podía empeorar la situación
del beatísimo prisionero!--¡Mostrábanse tan orgullosos
15 los franceses que nos rodeaban al ver aquel supremo triunfo de
la Revolución sobre la autoridad!... ¡Creían tan grande a
la Francia en aquel momento!

En esto se abrió paso por entre la muchedumbre, y apareció
en el cuadro que habían despejado los gendarmes, una mujer
20 del pueblo, mucho más anciana que el Pontífice: una viejecita
centenaria, pulcra y pobremente[52-3] vestida, coronada de cabellos
como la nieve, trémula por la edad y el entusiasmo, encorvada,
llorosa, suplicante, llevando en las manos un azafate de mimbres
secos lleno de melocotones, cuyos matices rojos y dorados se
25 veían debajo de las verdes hojas con que estaban cubiertos....

Los gendarmes quisieron detenerla.... Pero ella los miró
con tanta mansedumbre; era tan inofensiva su actitud; era su
presente tan tierno y cariñoso; inspiraba su edad tanto respeto;
había tal verdad en aquel acto de devoción; significaba tanto,
30 en fin, aquel siglo pasado, fiel a sus creencias, que venía a
saludar al Vicario de Jesucristo en medio de su calle de Amargura,
[52-4] que los soldados de la Revolución y del Imperio comprendieron
o sintieron que aquel anacronismo, aquella caridad de otra
época, aquel corazón inerme y pacífico que había sobrevivido (p53)
casualmente a la guillotina, en nada aminoraba ni deslucía los
triunfos del conquistador de Europa, y dejaron a la pobre mujer
del pueblo entrar en aquel afortunado portal, que ya nos había
traído a la memoria otro portal, no menos afortunado, donde
05 unos sencillos pastores hicieron también ofrendas al Hijo de
Dios vivo....
DigitalOcean Referral Badge