Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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Comenzó entonces una interesante escena entre la cristiana y el Pontífice. Púsose ella de rodillas, y, sin articular palabra, presentó el 10 azafate de frutos al augusto prisionero. Pío VII enjugó con sus manos beatísimas las lágrimas que inundaban el rostro de la viejecita; y cuando ésta se inclinaba para besar el pie del Santo Padre,[53-1] él colocó una mano sobre aquellas canas humilladas, y levantó la otra al cielo con la 15 inspirada actitud de un profeta. --¡VIVA EL PAPA!--exclamamos entonces nosotros en nuestro idioma español, sin poder contenernos.... Y penetramos en el portal resueltos a todo. 20 Pío VII se pone de pie al oír aquel grito, y, tendiendo hacia nosotros las manos, nos detiene, cual si su majestuosa actitud nos hubiese aniquilado.... Caemos, pues, de rodillas, y el Padre Santo nos bendice una, otra y tercera vez. Al propio tiempo álzase en la puerta y en toda la Plaza como un huracán de gritos, y nosotros volvemos la cabeza horrorizados, 25 creyendo que los franceses amenazan al Sumo Pontífice....--¡Lo de menos[53-2] era que nos amenazasen a nosotros!--¡Decididos estábamos a morir! Pero ¡cuál fué nuestro asombro al ver que los gendarmes, |
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