Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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los hombres del pueblo, las mujeres, los niños..., ¡todo
30 Montelimart! estaba arrodillado, con la frente descubierta, con las lágrimas en los ojos, exclamando: --_Vive le Pape!_[53-3] Entonces se rompió la consigna: el pueblo invadió el portal y pidió su bendición al Pontífice. (p54) Éste cogió una hoja verde de las que cubrían el azafate de melocotones que seguía ofreciéndole la anciana, y la llevó a sus labios y la besó. La multitud, por su parte, se apoderó de los frutos como de 05 reliquias; todos abrazaron a la pobre mujer del pueblo; el Papa, trémulo de emoción, atravesó por entre la muchedumbre, nos bendijo otra vez al paso, y penetró en la silla de posta; y los gendarmes, avergonzados de lo que acababa de pasar, dieron la orden[54-1] de partir. 10 En cuanto a nosotros, durante todo aquel día no fuimos en Francia prisioneros de guerra, sino huéspedes de paz. Conque... he dicho. V |
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