Novelas Cortas by Pedro Antonio de Alarcón
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--¡Aun queda algo que decir!...--(exclamó el mismo que contó poco antes lo acontecido en Roma.) ¡Óiganme 15 Vds. a mí un momento! En 1814, cinco años después de la escena referida por el Capitán, la fuerza de la opinión de toda Francia obligó a Napoleón Bonaparte a poner en libertad a Pío VII. Volvió, pues, el Sumo Pontífice a recorrer el mismo camino 20 en que le habían encontrado los prisioneros españoles, y he aquí cómo describe Chateaubriand[54-2] la despedida que hizo Francia al sucesor de San Pedro: «Pío VII caminaba en medio de los cánticos y de las lágrimas, del repique de las campanas y de los gritos de _¡Viva el Papa! 25 ¡Viva el Jefe de la Iglesia!_... En las ciudades sólo quedaban los que no podían marchar, y los peregrinos pasaban la noche en los campos, en espera de la llegada del anciano sacerdote. TAL ES, SOBRE LA FUERZA DEL HACHA[54-3] Y DEL CETRO, LA SUPERIORIDAD DEL PODER DEL DÉBIL SOSTENIDO POR LA 30 RELIGIÓN Y LA DESGRACIA.» 30 Guadix, 1857. EL EXTRANJERO (p55) |
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